jueves, 15 de diciembre de 2011

URTAIN: ANIMALARIO

La 2, en un claro ejemplo de lo que debe ser una televisión pública, dedicó la noche de ayer al teatro con la magnífica URTAIN, a cargo de la compañia ANIMALARIO.

La obra, cuando estuvo en el Teatro Valle Inclán, obtuvo un éxito espectacular, tal fue éste que tuvo que ser prorrogada y durante su permanencia en cartel tuvieron que colgar el letrero de "no hay localidades" todos los días. Pues bien, en su pase por televisión tan solo logró un share del 1,9%. En fín, otro ejemplo de que tenemos la televisión que se merece este país, la basura de tele que ve la mayoría, la televisión que encumbra a pantojas, muñozes y zaldívares, pero que relega a un segundo plano a la cultura. No me extraña que el yerno del Rey mangue, total.... un país que se paraliza cuando Belén Esteban se enfada con su marido,...ufffff qué pereza seguir reflexionando sobre esta España de charanga y pandereta. Voy a lo mío.

Esta obra fue la gran vencedora de la edición de los Premios Max de 2010. La magistral interpretación de Roberto Álamo haciendo una maravillosa recreación del púgil contribuyó al éxito de esta pieza que tanto sorprendió, ya que el que conoce la trayectoria de Animalario ve que no encaja con los otras obras, entre las que figuran Alejandro y Ana, sobre el bodorrio que se marcó el ex presidente Aznar para casar a su hija Ana con Alejandro Agag; Marat-Sade, en la que la compañía reivindica la utopía; Hamelin, sobre la pederastía en un menor de clase baja;.... De cada una de estas obras he visto levantarse e irse en plena obra a algún matrimonio remilgado, o a algunas señoras despistadas que se creían que iban a ver otra cosa. Además de la falta de educación que demuestran y la falta de respeto para con los trabajadores que están sobre las tablas del escenario, les diría que para ver lujo y humor del fácil ya está Arturo Fernández, para agitar conciencias está el resto de las gentes del teatro entre quienes se encuentran la joven y exitosa compañía Animalario.




Urtain se desarrolla casi en su totalidad en un gran ring de boxeo, en el que se recrea la vida de este juguete roto e ídolo con pies de barro de toda una época, un campeón al que utilizaron para ganarlo todo, le amañaban los partidos para que ganase y cuando dejó de interesar a los poderosos que manejan el cotarro de las veladas de boxeo, no levantó cabeza. Fracasó en los negocios y en la vida hasta que se tiró al vacío desde una terraza del madrileño Barrio del Pilar. Esta obra se fija en todos los episodios que marcaron la vida de este infeliz campeón. Con un brillante guión y unas magníficas interpretaciones unos cuantos estuvimos emocionándonos con los pelos como escarpias, admirando por segunda vez en mi caso, esta exquisitez, como ha dicho hoy David Trueba.
Qué lástima, que con el nuevo equipo que nombre el próximo Gobierno de España, se nos prive del teatro en televisión o, lo que es peor, que vuelva Lina Morgan.

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