La proliferación de salas teatrales con sus aforos completos cada día, es una muestra del magnífico estado de salud del que goza el teatro, la gente está ávida de verdad y de sinceridad, algo que se puede encontrar en cualquier teatro.
Málaga es una historia que a nadie deja indiferente por lo que escupen los actores por las bocas de sus personajes, Málaga habla de la condición humana sin tapujos, aunque nos duela reconocernos en alguna frase, en alguna situación. Con la excusa de la situación de una pareja separada que tienen planes por separado y ninguno se puede hacer cargo de la hija que tienen en común, el autor nos presenta un catálogo de condiciones inherentes al ser humano en el que es muy fácil reflejarse aunque nos produzca asco verlo en otros desde el patio de butacas. Egoísmo, miedos, inseguridades, agresividad, ira,.... Es un espejo muy real de una pareja contemporánea de la urbe llena de desencuentros.
El triángulo actoral merece mención aparte. Roberto Enríquez y Ana Wagener no sorprenden porque siempre están sublimes en cada trabajo que emprenden, sea en el formato que sea, y Críspulo Cabezas,al que yo descubrí en la película Barrio, de Fernando León de Aranoa, se ha convertido en un actor seguro de sí mismo, valiente, sin pudor escénico y con una dicción perfecta. A esta historia, nada complaciente, le acompaña un entorno singular en esta sala que no conocía y a la que volveré, en la que el público está a los lados y al frente del escenario.
Málaga, una sórdida historia con un desarrollo inquietante y un final angustioso pero un tanto abierto, porque el teatro no tiene que dar respuestas a nada, sino plantear preguntas.
TAMBIÉN ME PODÉIS SEGUIR EN WWW.EXCLUSIVADIGITAL.COM
No hay comentarios:
Publicar un comentario