Nos estamos quedando sin primeras figuras, sin actores de raza. Es cierto que los años que vivimos son finitos, todos tenemos fecha de caducidad, Pero en cualquier oficio es más fácil el reemplazo o la sustitución que en el actoral. Salvo honrosas excepciones, que las hay, los actores jóvenes, casi todos curtidos en series de televisión de corte juvenil, difícilmente saben conjugar un verbo correctamente, hilvanar dos frases con coherencia y, por supuesto, jamás aguantarían un monólogo shakesperiano. Fernando Guillén, como tantos otros de su generación, llevaba la interpretación en la sangre, con una dicción perfecta, con un nivel cultural propio de alguien que se ha dedicado toda su vida a alguna rama de las artes, y tantísimos valores que no se suponen en un actor de su talla, sino que se constatan continuamente en todos y en cada uno de sus trabajos. Actor enorme que tanto contribuyó a la dignidad del oficio de cómico y que desempeñaba su trabajo con encomiable honestidad.
Un día la actriz Mª José Alfonso me dijo que los actores de su generación eran conocedores y estudiosos del trabajo de sus predecesores como Loreto Prado, José Mª Prada, Margarita Xirgu, Francisco Pierrá,.., sin embargo, se lamentaba de que muy pocos actores jóvenes conocían a actores ya fallecidos como José Mª Rodero, Irene Gutiérrez Caba,... Conocer a nuestros actores es también cultura, en cambio posar en un photo call y pisar una alfombra roja bajo el glamour de los focos, es otra cosa, cultura no.
Títulos teatrales como Todo en el jardín, El Alcalde de Zalamea, o Wit, la última oportunidad que tuve ocasión de verle sobre las tablas de un escenario, magistral como siempre con la gran Rosa Mª Sardá; en cine, como olvidar los títulos de Almodóvar, Mujeres al borde de un ataque de nervios, o La ley del deseo; o la serie televisiva inolvidable La saga de los Ríus y la exitosa Motivos Personales. Trabajos que lo avalan como uno de los más importantes intérpretes contemporáneos.
Patriarca de una importante saga de actores, los Guillén Cuervo, lloran la pérdida poco después de que otra saga, los Larrañaga Merlo, despida a otro grande.
Nos estamos quedando huérfanos de referentes, pero la suerte que tienen es que ellos se van solo físicamente porque una extensa obra permanecerá siempre en la memoria de todos aquellos que amamos el mundo de la cultura y del espectáculo, y siempre el show continúa, debe continuar.
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