En la sala pequeña de las Naves del Español, en el Matadero se representa el drama de Harold Pinter, El Montaplatos.
En una especie de hotel dos sicarios esperan el encargo del próximo asesinato para el que van a ser contratados. Hasta que ello ocurre solo presenciamos un diálogo vacío, simple, un cúmulo de despropósitos que consiguen que la hora y media se haga eterna. Estoy acostumbrado a ver teatro desde niño, y me gusta el teatro que te hace reflexionar y pensar, en El Montaplatos lo pretendían pero te lo ponen muy difícil. Es prácticamente imposible entrar en esta obra, y no por la temática, sino por su desarrollo nada ágil.
Alberto San Juan y Willie Toledo hacen lo que pueden, sus interpretaciones son buenas pero no suficientes para salvar este olvidable montaje.
Animalario ha hecho grandes cosas en el panorama teatral que las he aplaudido por su compromiso y por su acabado. La Boda de Alejandro y Ana, Hamelin, Urtain, Últimas palabras de Copito de Nieve, Marat-Sade,... , piezas que salías del teatro con ganas de debatir y reflexionar, hablaban de grandes temas que nos interesan a todos con el estilo de Animalario, mezcla de surrealismo, humor y drama. En El Montaplatos no se habla de nada, se está esperando a que ocurra algo, a que suelten una gran frase, y ese momento nunca llegó.
Siempre es un placer ir a El Matadero, aunque en esta ocasión hayamos tropezado con una gran piedra, o mejor,...un gran ladrillo.
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