Cuando alguien que ha dedicado su vida a la escena nos deja, todos los amantes de la cultura morimos un poco. Entre tanta prima de riesgo, bonos basura, agencias de calificación, rescates,... , noticias como estas no quisiéramos escuchar nunca, son mazazos que nos deja desolados, puro reflejo del contraste radical entre la prosa y la poesía, lo prágmatico y lo onírico, la tragedia del capital y la belleza de los sueños.
Este fin de semana, Juan Luis Galiardo se ha ido sin avisar, ha hecho mutis por el foro cuando menos lo esperábamos.
El galán de las películas de la posguerra que se hizo mayor y nos descubrió lo grande que era interpretando al inolvidable Chepa de "Turno de oficio", ese abogado vividor y bebedor que enseñó, no solo el oficio, sino los vericuetos de la vida al joven Cosme, ex opositor a notario por seguir la tradición familiar y que vivía bajo las faldas de su madre, la gran Irene Gutiérrez Caba.
Interpretó papeles que permanecerán en la memoria de todos en películas como "El vuelo de la Paloma" de José Luis García Sánchez o en "Familia", la ópera prima de Fernando León de Aranoa, y es que apoyaba a los directores noveles con su presencia en el casting y su buen hacer en la gran pantalla, como lo demostró en el difícil papel de guardia civil homosexual en "Clandestinos"
Sobre las tablas, siempre nos quedará sus maravillosas interpretaciones en obras como "Las Últimas lunas", que Marcello Mastroiani escogió para despedirse de la profesión y de la vida; "Humo" del gran autor joven Juan Carlos Rubio con una espléndida Kiti Manver; o "Edipo Rey", que tuve la suerte de ver en el anfiteatro romano de Mérida.
Cultivó igual de bien el cine, el teatro y la televisión, hizo lo que quiso y escogió los trabajos con la coherencia de lo que fue, un hombre absolutamente libre. Vivió como quiso, pero desgraciadamente la muerte también hace vulnerables a los libres. Siempre nos quedará su extensa obra.
Un golpe duro para la gente del teatro que también asiste hoy a la despedida de otro hombre de teatro, el director Gustavo Pérez Puig. Descansen en paz.
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