Cuando hay alrededor de 400 personas presenciando un espectáculo de artes escénicas, se produce algo mágico. A la viveza que, de por sí, tiene el teatro se une la sincronía de esas 400 personas, diferentes entre sí, en emocionarse, en reírse, en sorprenderse, en definitiva, en vivir el hecho teatral. Eso es lo que ocurrió cuando vi Bajo Terapia en los Teatros del Canal. El completísimo aforo de la Sala Verde respiraba y se estremecía al unísono ante las magnificas interpretaciones del elenco que pone en pie el texto de Matías del Federico bajo la dirección del gran Daniel Veronese.
Al director y autor argentino le descubrí en la descarnada Mujeres Soñaron Caballos, en la que se respiraba violencia dentro de un claustrofóbico ámbito familiar, frases como zarpazos ofensivas y defensivas que te dejaba pegado a la butaca.
Lo mismo ocurre con Bajo Terapia, pero con el elemento diferenciador del humor para mostrarnos un planteamiento que nos prepara para un nudo y un desenlace más amargo.
3 parejas acuden a una terapia psiquiátrica muy peculiar en la que van desgranando poco a poco detalles de su relación y de su vida en pareja, 3 formas diferentes de vivir en pareja, con sus pocas luces y muchas sombras, que van descubriendo a unos ojos de un espectador que seguramente se identifica con más de una de las situaciones que se plantean en la obra. Aunque se trate de parejas, son personas que están muy solas, cada uno en su mundo, sin compartirlo con su media naranja, sin hombro en el que apoyarse, algunos porque quieren y otros porque no les queda más remedio. Terapia, cuando menos, particular que desemboca en un inesperado final.
Del Federico demuestra que con humor se puede contar cosas muy serias y el impecable trabajo de Veronese y la extraordinaria interpretación de sus actores hace el resto. Una ácida comedia repleta de humor inteligente con un más que brillante texto.
Melani Olivares, Manuela Velasco, Carmen Ruiz, Fele Martínez, Gorka Otxoa y Juan Carlos Vellido encarnan a los sufridos pacientes que se ven inmersos, sin ellos saberlo, en esa singular terapia de grupo. Todos están sensacionales y cumplen perfectamente su cometido encarnando a diferentes tipos de personas. Melani Olivares y Fele Martínez bordan un matrimonio en el que la rutina se ha instalado en su casa y en su cama. Gorka Otxoa y Manuela Velasco son la pareja de novios bobalicona y alocada, contrapunto a las otras dos parejas más viscerales. Y mención aparte merece la pareja formada por Carmen Ruiz y Juan Carlos Vellido, una mujer pusilánime y frágil con un marido machista con apariencia de dominante, que pasan por distintos estados cargando de matices a sus personajes. la verdad es que están inmensos.
En suma, una obra en la que se pasa un gratísimo rato y te invita a reflexionar sobre la condición humana. Teatro en mayúsculas.
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